Amores irreparables

La inspiración no baja. Las musas se esconden, no me dan su atención. Les pregunto; no responden. 

Les pido un centro, les guiño el ojo, hago la danza de la inspiración, nada. 

Corroboro haber brindado bien mi dirección, que funcione el portero eléctrico. 

La cámara de seguridad del edificio está activa, prendo el televisor y puedo ver quién entra y quién sale. Quién pasa por la vereda, pero nada. Ellas ni se ven.

De pronto, percibo algo. Es una sensación. Un cosquilleo que viene de dentro mío. Mi piel se eriza. No sé bien qué es pero esto ya lo había sentido antes.

Ilusión con mezcla de emoción. Recuerdos que de pronto empiezan a chocarse en mi cabeza, atolondrados por salir y por reubicarse a la vez. 

No me siento segura. Lo que está pasando produce un terremoto en mí. Pero es tan agradable que asusta.

No sé muy bien cómo controlarlo pero continúa, y avanza, y me somete, y me estremece. Me lleva en el tiempo, me traslada al pasado, me hace sonreír con fuerza y gritar.

Grito y me pregunto tantas cosas. Todo pasa tan rápido por mi cabeza, que no logro entender mucho. 

Pienso en nuestra historia, aquella tan intensa, que me devuelve las partes que incluso yo, había olvidado de mí. 

De todo lo que sé, descubro...que a veces el tiempo, aunque con su paso se lleva algunas cosas, otras, pesan demasiado como para ser arrastradas. 

Sé también, que hay amores que no caducan, solo crecen, y se transforman. Que no mueren, permanecen intactos, aferrados y suficientes. Que sobreviven, al destiempo y desencuentro. 

Que unidos, por una fuerza mágica, incluso en la distancia, se sienten, se conectan. 

Sé, de esos amores, que son desde el alma, los irreparables.

Sé del nuestro.

Lo que no sé es por qué. 

Por qué ahora, por qué no antes, por qué así. Por qué vos y por qué yo. 

Volvemos, al lugar de donde nunca nos deberíamos haber ido.

La inspiración llegó.