Conexiones no WiFi

– Te duele ¿no? A mi también me sacaron el apéndice. Se lo que se siente.

Y esa pregunta con respuesta automática, fue la foto perfecta para el comienzo de nuestra amistad. Si cierro los ojos puedo vernos ahí, sencillamente puras y acompañándonos una a la otra.

Sonrío. Porque de alguna forma, la vida es un viaje constante al encuentro entre almas que encajan, cual rompe cabezas.

Creo fielmente que toda persona de bien en éste mundo, merece encontrar un aliado con quien compartir su estadía acá en la tierra. Alguien que te mire y te descifre, sin palabras en el aire. Que no te juzgue y que esté dispuesto a bancar los trapos al lado tuyo. Que te haga la segunda para salir de aventuras por ahí. Que te banque con el peor humor existente y cuando estás pasado de revoluciones, también.
Que además de escuchar (que eso lo hace cualquiera), sea guardián de los secretos más íntimos. Escudo y refugio.

Antonia, es mi hada madrina convertida en amiga. “Único ser con el que voy codo a codo”, dicen Las Pastillas del Abuelo.

Deseo su felicidad. Y aunque se perfectamente, que eso implique que no siempre vayamos a poder estar cerquita y en el mismo lugar, nuestras almas ya encajaron, lo que significa que ninguna línea temporal va a poder apagar la magia de ser nosotras.

En Argentina o en España. Café por medio o video llamada. Siempre vamos a saber leernos entre líneas. Hay conexiones más fuertes que la de cualquier WiFi.

Se me pianta un lagrimón, aunque se que pueden cambiar muchas cosas, pero nunca voy a dejar de seguir apostando por ésta alianza. Una amistad sincera, genuina, reciproca, sin tabúes, que da sin esperar nada a cambio, aventurera y loca.
Sobre todo loca.

Antonia, gracias por ser mi socia en ésta vida.