Soltar

Sabías que no tenías que ceder, ni acceder. Ahorrarte el préstamo de atenciones y esconder tus intenciones.

Pero ahí estabas, cayendo una y otra vez. Porque no te basta con las palabras, te tiras sobre la cama con el labor de buscar coincidencias donde no hay ni rastros de posibles esperanzas.

Y el cansancio te ganó. Te consumió de apoco y sin dar cuentas de su avance. Se adueñó de las noches de ausencia y de la patética escena de querer algo que no te perteneció nunca. O tal vez en algún momento si.

Pero ya está, no puede llamarse Amor, porque todavía no lograste encontrar las llaves para cerrar el candado de esa perdición. Esa orbe que vos mismo creaste y del cual no podías salir.

Si consiguieras darte cuenta lo equivocado que estás. Que nadie pudo llegar al punto de querer cerrar las puertas para nunca más dejarte entrar.

Y el tiempo pasa, las huellas se desvanecen solas sobre la arena. Todavía no puedo entenderlo. Me faltan sonrisas y un poco de expresiones. Pero no importa ya, porque mi espejo refleja el movimiento de mis labios, pronunciando esas palabras que tanto quise escuchar: Me gusta lograr estar sin vos.






[Nunca pensé que iba a decir eso]