El deseo de encontrarte

Todas las personas llegan a nuestras vidas por algo. Me animaría a decir que, para dejarnos algo. 

Algunas se quedarán siempre a nuestro lado, otras tantas solo transitoriamente, y algunas pocas eventuales, pero no menos importantes. Son de esas que vienen y van. Al son de las olas del mar, del viento, del tiempo, que es tirano pero atrae a los que necesitamos justo en el momento preciso. 

Nunca se sabe cuándo van a volver, pero lo que si sabemos, es que nunca se van para siempre.

A veces basta cerrar los ojos y sentirlos con fuerza, pedirselos a la vida, y por alguna extraña, pero atractiva razón, reaparecen. 

Imán ideal, de dos almas que diferidas en el tiempo, se unen solo de a ratos, pero intensos ratos, inolvidables, de los que marcan y te dejan con ese sabor agridulce hasta que vuelvan de regreso una vez más. 

Almas, conectadas por la fuerza enérgica de algún dios, y separadas por las fuerzas humanas. 

Probablemente nunca entenderé el por qué de la existencia de ese entretiempo. De la distancia, entre dos que se necesitan, se desean en todos los sentidos posibles, e incluso se buscan telepáticamente hasta que ocurra nuevamente la topada. 

Pero lo que si sé, es que cuando me leas, vas a entender que sos de ese tipo de personas en mi vida. De las que se perfectamente que de a ratos se va, pero también de las que espero todo el tiempo que en algún momento, inmediato o no, vuelva. De las que aunque pasen los años, me demuestra, que una parte mía, siempre, pero siempre, regresa a casa cuando reapareces....